Un poco sobre mí

Orgullosa de mis canas y de mi edad,  considero la Menopausia como la etapa que más placer y coherencia ha traído a mi vida. Cuando hace años llegó de forma abrupta y demasiado pronto para mi gusto, me arrollaron los sofocos, el insomnio y la pérdida de mi líbido. Fue un momento difícil con pensamientos de pérdida y desintegración, aunque también de compromiso con la búsqueda de una perspectiva diferente. Descarté viejas creencias y abracé otras nuevas, aprendí a escuchar las necesidades de mi cuerpo, tomé decisiones para cambiar hábitos que me intoxicaban y, finalmente, pude no solo trascender todas las molestias, sino también descubrir que estaba empezando la mejor etapa de mi vida.

Hoy me siento fuerte, feliz y más libre que nunca, pensando, sintiendo y actuando con madurez, respeto y autoestima. Aumentan cada día mi felicidad y capacidad de disfrutar,  y sin embargo, este es un camino que empezó tiempo atrás…

1961: Infancia

La tercera de cuatro hermanos y la primera niña de un  barrio de fornidos pescadores, mi infancia transcurrió feliz. Delgada como un palo, comía mal. Me gustaban la bici y los animales. Como nunca me permitieron tener mascota (éramos nueve en casa), coleccionaba grillos que metía en cajas de zapatos e intentaba cuidar amorosamente, para descubrir al poco tiempo cómo se descuartizaban unos a otros en peleas infernales. Nunca lo sufrí. Tan sólo me asombraba aquel espectáculo de la Madre Naturaleza.

1972: Salgo de casa

Me voy a La Coruña a estudiar, interna durante seis años, en un colegio de monjas. Aquel fue un tiempo que recuerdo de soledad, en el que me sentía inmersa en un escenario ajeno, como si hubiera en mi alma una fractura entre el exterior, marcado por estrictas normas y horarios, y un espacio de intimidad profundo y desconocido, pero muy intenso, imposible de ser expresado. Era buena estudiante, aunque nunca me interesó la Historia, tal vez porque me aburrían las fechas y no se mostraba la interrelación entre lo político y lo social y cultural. Me gustaban especialmente las artes: el dibujo y la pintura, los bailes y los trabajos manuales.

Lo mejor de aquel tiempo de piezas de puzzle descolocadas fue la guitarra.  Pasaba todo el tiempo posible inclinada sobre ella, absorbida por la necesidad de aprender a interpretar todas las canciones del mundo.

1978: La Universidad

Cuando llegué a Santiago para estudiar COU e ingresar en la Facultad de Filosofía, estaba deseando desplegar las alas, aunque también arrastraba una educación severa y muy condicionada. En primero de carrera fue la primera vez que compartía aula con chicos, y aquello resultaba internamente embarazoso a pesar de que intentaba aparentar seguridad. Cuando lo pienso hoy, me doy cuenta de cuánto camino he recorrido,  aunque a veces me parezca que, con respecto a algunas cosas, el crecimiento sea lento.

Por aquel tiempo Santiago carecía prácticamente de peregrinos y tampoco era sede del Gobierno Autonómico. Era una ciudad de estudiantes intimista y muy mágica, y agradezco muchísimo ese tiempo de lluvias eternas en el que empecé a tantear mi autonomía y mis relaciones personales.

1985: Cambio de planes

Terminada la carrera, se abría ante mí un espacio poco definido. Mi madre estaba feliz porque la idea era venir a Madrid a preparar oposiciones, y ella siempre había deseado tener una hija maestra. “Es la mejor profesión para una mujer”- me decía- “Muchas vacaciones y un puesto fijo”. Sin embargo algo en mí sabía que la cosa no iba por ahí…

Por aquel tiempo, yo trabajaba en el negocio familiar, un Camping que me había regalado una infancia con mucho tiempo al aire libre y muchos amigos de distintas nacionalidades descubriendo la comunicación por signos. Así que, cuando terminé la carrera, trabajaba en Recepción cuando apareció mi futuro marido, un suizo en bicicleta, y todos los planes de mi madre se fueron al traste. Me embarqué con él rumbo a Israel, donde trabajamos ocho meses en un kibutz en el desierto del Negev. Aquella fue una experiencia fascinante para mí: la primera vez que viajaba tan  lejos y a un país tan rico en culturas y razas, la primera vez que me soltaba con el inglés y la primera vez que, totalmente enamorada, me comprometía de cabeza con una relación de pareja.

1986: Suiza

Volvimos de Israel a vivir en Suiza, donde aprendí alemán, conocí los Alpes, los horarios y costumbres suizas, y empecé a practicar Tai Chi, lo que luego resultaría ser importantísimo para llegar adonde hoy estoy. Es curioso cómo se va tejiendo el tapiz de la vida. A veces pareciera que es el inconsciente (¿o es el alma?) quien dirige nuestros pasos.

Después de cinco años en aquella bellísima tierra de árboles centenarios y ritmo pausado, cuando ya me sentía cómoda con el idioma, las costumbres y con buenos amigos, volvimos a España para instalarnos en Madrid, donde mi marido tenía intereses profesionales. Yo le seguí sin cuestionármelo, aunque eso suponía ingresar en un escenario que, como ya dije, nunca había estado en mis planes. Siempre me había imaginado viviendo en una casita en el campo, con huerto, perro, gato… Pero me vine de buena gana, dispuesta a descubrir la gran ciudad.

1991: Nace mi hijo / Punto de inflexión

Cuando llegué, quise mantener mi práctica de Tai Chi, e ingresé para ello en la Escuela Tae Mo, donde además empecé a recibir clases de Shiatsu, sin imaginar que aquello iba a convertirse con el tiempo en mi profesión durante 16 años!

Nace mi hijo y lo dejo todo para dedicarme a su crianza, cuando al año descubro que mi marido mantenía una relación desde hacía años con una “amiga”. Dicho así de rápido parece cosa de nada, pero aquello fue una hecatombe que me dejó noqueada.

En un principio, intenté solventar la situación con arrojo y voluntad, pero  después de un año de mentiras y desconfianza supe que necesitaba ayuda terapéutica para salir de una situación familiar que vivía con desesperación y sufrimiento, así que empecé a acudir a una psicóloga transpersonal, que me ayudó a tomar conciencia de lo que realmente sentía (tapado por toneladas de lo que “debería ser”) y a fortalecerme en mi autoestima, tremendamente deteriorada. Ese fue el principio de un camino hacia el compromiso conmigo misma, que continúa al día de hoy, en el que he ido creciendo en autoconocimiento y felicidad. Aquel fue un punto de inflexión que me invitó a parar y a revisarme, y, a pesar de que fue muy duro y difícil, me abrió los ojos a la responsabilidad y necesidad de coherencia que, desde entonces, practico.

1993: Crecimiento profesional

Por aquel tiempo yo ya estudiaba en la Escuela japonesa de Shiatsu. Me gustaba, se me daba bien y empezaba a trabajar en ello. Estudié durante 6 años en dicha Escuela, y trabajé como Terapeuta de Shiatsu durante 16 años en los que aprendí, además de a afinarme en la técnica, el arte de escuchar y acercarme al otro con presencia y respeto. Complementé mi proceso con retiros de Naikan  y estudios de Ito Thermie con Ideo Asai. Me diplomé en Rebirthing con Fanny van Laere y Leonard Orr, Técnicas de liberación emocional (EFT) con Luis Bueno, Interpretación de Sueños con Beatriz F. del Castillo, el Umbral de la Menopausia, con Carmen Enguita, y muchos otros cursos y talleres sobre técnicas para el crecimiento personal, que me han ido enriqueciendo a lo largo de los años.

2001: Medicina Tradicional China

Cuando ya trabajaba al 100% como profesional de Shiatsu, y con la consulta llena (a Dios Gracias!), me dí cuenta de que había tocado techo con esa técnica, y decidí ingresar en la Escuela Neijin, donde estuve seis años estudiando Medicina Tradicional China. Profundicé después en dichos estudios (¡esto no acaba nunca!) en la Escuela Superior de Medicina Tradicional China, donde permanecí cuatro años y a través de la cual realicé un postgrado en la Universidad de Beijing.

Hoy: Agradecida

Hoy puedo ver que el desarrollo consciente de la energía femenina es el hilo conductor que ha nutrido mi proceso personal y el mayor tesoro que puedo compartir. Estoy especializada en Menopausia  porque la considero una etapa cumbre que ha aumentado mi capacidad de disfrutar y ser feliz, alineándome con mi propósito de vida. Por ello, ofrezco Consultas Privadas y dirijo Talleres para mujeres especializados en Menopausia, Ciclo Menstrual, Arquetipos femeninos y Huevo de obsidiana.