1. Revisa tus creencias

Si quieres hacerte dueña de tu experiencia y llevar el timón de tus sentimientos y emociones, debes encontrar momentos de introspección y aprender a “cazar” las creencias que te están condicionando.

Si asocias la menopausia a la vejez, a la falta de sexo o a la pobreza, vivirás esta etapa con desánimo y tristeza, lo que debería alertarte y ayudarte a ampliar tu visión sobre la vida y sobre ti misma.

Aquí tienes algunos ejemplos de creencias que te podrían ayudar:

  • Soy jugosa como una fruta madura
  • Ahora digo y hago lo que quiero en la cama
  • Descubro mi cuerpo con ternura y asombro
  • Tengo tiempo para sentir
  • Disfruto del sexo sin expectativas
  • Soy dueña de mi vida
  • Soy creativa con mis finanzas
  • Sé lo que quiero
  • Me comprometo con mis ideales, y actúo libre y responsablemente
  • Imagina e intenciona

Esta es una etapa de cambio en la que necesitamos ser proactivas.

Encuentra momentos para revisar el armario de tu vida y tomar decisiones sobre lo que ya no necesitas y conviene soltar. Tal vez ya toque dejar de preparar la cena a tus hijos, o despedirte de relaciones personales que ya no te aportan o te aburren. No tengas miedo de soltar lo que ya sientes como viejo, y concéntrate en lo nuevo.

Utiliza tu imaginación para fortalecer la mejor versión de ti misma, y descubre lo que necesitas incorporar para avanzar hacia ella: ¿Te gustaría apuntarte a algún curso de baile, pintura o música?, ¿aprender a gestionar tus finanzas e invertir?, ¿decidirte por ese corte de pelo que siempre te gustó, pero nunca te atreviste?, ¿encontrarte habitualmente con otras mujeres para compartir experiencias, recibir apoyo y aportar?

Confía en lo que sientes y da los pasos para llevarlo a cabo. ¡Actúa!

  • Alimentación

Actualmente, tenemos a nuestra disposición muchas propuestas para una alimentación sana, y cada una ha de encontrar la que mejor se adapte a sus necesidades. Por eso, no voy a dar aquí demasiadas recomendaciones sobre este tema, aunque sí algunas consideraciones básicas:

  • Revisa las grasas ingeridas.

Las grasas son muy necesarias para el buen funcionamiento de nuestro organismo, pero hemos de cuidar que sean grasas de calidad (antiinflamatorias). Por ejemplo: aceite de oliva extra (evitar el de girasol, que aumenta mucho la cantidad de omega 6 en nuestro organismo y rompe el equilibrio de los omegas 3 y 6), aguacate, pescados azules, frutos secos (sin tostar ni salar, y evitando el cacahuete)

  • Evita las harinas.

El único cereal que no produce inflamación es el trigo sarraceno (de hecho, no es realmente un cereal). Hay pasta de trigo sarraceno y también puedes hacer tu propio pan de este “cereal”.

  • Evita los alimentos procesados.
  • Incrementa la alimentación rica en calcio.

Este es un momento en el que debes prestar atención a tus huesos, y para eso necesitas calcio. Puedes encontrarlo en todas las verduras de hoja verde (también cocinadas), brócoli y coles, huevos y frutos secos.

  • Evita los lácteos (¡todos!)

Sé que a muchas os encantan los quesos, pero son altamente inflamatorios y generan mucha flema (es decir, gordura).

Opta por leches vegetales, asegurándote de que no contengan azúcares añadidos. La soja enfría mucho las suprarrenales, lo que no es deseable.

Para mí, la mejor opción es la leche de almendra o de avellana.

  • Asegúrate de que recibes suficiente Vit.D Puedes incorporarla tomando el sol diariamente, sin protección y directamente (no vale a través de la ventana). No obstante, hay que tener en cuenta que la vitamina D se sintetiza en la piel solo a través de los rayos ultravioleta de tipo B, o UVB, lo que significa que únicamente funciona tomar el sol al amanecer (aproximadamente hasta las 10h.) o al atardecer (aunque, en este caso la radiación es demasiado débil). Si no puedes hacerlo, deberías complementarla, ya que es fundamental para una buena salud inmunitaria, ósea y hormonal. Está presente también en pescados azules y algunas setas (shiitake).
  • Aumenta la ingesta de verduras frescas y variadas.

Atrévete a probar cosas nuevas y disfruta comiendo “colores”. La alimentación variada y colorida es más importante de lo que crees. ¡Pruébalo!

  • Evita los azúcares como a la peste.

El único azúcar que podemos consumir sin problemas es el azúcar de coco, porque es fucosa (no fructosa, ni sacarosa…). La miel, de vez en cuando y en pequeñas cantidades.

  • Descubre los beneficios del ayuno.

Si queremos reparar tejidos, desinflamar y detoxificar el cuerpo, es fundamental darle el tiempo para hacerlo y no mantenerlo siempre ocupado con la digestión. Una buena opción es el ayuno intermitente. Si desayunas bien (por ejemplo, una tortilla francesa con aguacate y yogurt de coco con manzana asada y piñones), descubrirás que no necesitas cenar. Será suficiente con una buena infusión caliente que te ayude a descansar. Proponte una meta y acepta caminar paso a paso hasta conseguirla.

  • ¡Muévete!

Si hasta ahora has vivido de rentas con respecto al ejercicio, a partir de ahora toca ponerse las pilas y moverse con regularidad.

Busca un ejercicio que te guste y puedas incorporar a tu rutina. Caminar es una buena opción, pero han de ser al menos diez mil pasos lo suficientemente rápido como para no poder hablar por teléfono.

¡Baila!, y sobre todo mueve tus caderas para que “las aguas no se estanquen” (antes, la menstruación nos facilitaba ese movimiento físico y energético). Tal vez quieras apuntarte a clases de danza del vientre, y aprender a celebrar, además, con otras mujeres tu belleza y sensualidad.

Te convienen los ejercicios en los que trabajas con peso (mancuernas, etc.) o “golpes” (como la comba), para fortalecer los huesos.

Comprométete hasta que el ejercicio forme parte de tu rutina, y ¡ya no querrás dejarlo!

Por otra parte, te recomiendo que visites a una fisio de suelo pélvico, como mínimo cada dos años. Ella te ayudará para que tu suelo pélvico (que sostiene todos los órganos) esté en buenas condiciones para evitar la atrofia, sequedad y flacidez muscular.

  • Descansa lo suficiente

Es importantísimo dormir bien y profundamente. Algunas pautas que pueden ayudarnos son, en primer lugar, mantener una buena higiene del sueño, es decir: acostarse y levantarse a la misma hora. Hemos de tener en cuenta que el sueño antes de las once de la noche es de mayor calidad que si nos acostamos tarde. Es importante evitar la luz azul de las pantallas una hora antes de irnos a dormir. Una buena infusión de hierbas puede ayudarnos a conciliar el sueño. Te recomiendo la mezcla, a partes iguales, de: melisa, tila, pasiflora, espino blanco y flor de amapola.

  • ¡Ten sexo!

Sola o acompañada, es el momento para descubrir tu cuerpo, más allá del velo hormonal, con tiempo suficiente y sin metas. El tiempo para la reproducción ha pasado. ¡Ahora es el tiempo del placer!

Disfruta de toda tu piel, no solo de los genitales, y amplifica tus sentidos, llevando el placer más allá de la cama: a los sonidos de un paseo por la naturaleza, los colores de una puesta de sol o el roce del viento en tu cara.

Ten una cita romántica con tu pareja de toda la vida. Prepara el espacio para el encuentro, cuida los detalles. Sal de la rutina y agenda encuentros solo para el amor. Aprende a dar y a recibir, con honestidad, ternura y confianza.

Si no tienes pareja, ten una cita contigo misma. Prepárate un baño con flores  y esencias, pon una música que te guste y déjate llevar. Ábrete a la curiosidad sobre tu propio cuerpo, y ¡disfruta!

Cada vez que tenemos un orgasmo (o pensamientos o sensaciones de felicidad) generamos en nuestro cuerpo óxido nítrico, un gas absolutamente mágico que relaja las paredes de nuestros vasos sanguíneos, haciendo llegar más oxígeno y nutrientes al corazón, al cerebro y todos los demás órganos, y mejorando la circulación de todo el cuerpo, entre otras cosas. Algunos autores lo consideran el equivalente físico del Qi, prana o energía vital.

  • Acepta los cambios.

Es indudable que, como en toda transición, estamos en un tiempo de cambio en el que debemos aprender a soltar creencias y expectativas sobre nosotras mismas. Es momento de apostar por nuestra confianza en la vida y sus ciclos, perfectos y necesarios para nuestra propia evolución y desarrollo. Si te mantienes anclada en un prototipo de cuerpo, o sexo, o ritmo, etc. te perderás todo lo maravilloso que este tiempo puede aportarte.

Observa las señales de tu cuerpo y abrázalas para integrar la información que te aportan.

Puede ser recomendable, por ejemplo, tratar con algún complemento tus sofocos, si los tienes, pero has de aprender también a aceptarlos como un movimiento de tu energía necesario, y “cabalgarlos” con aceptación y curiosidad.

El tiempo de menopausia, también llamada Segunda Primavera, es un umbral que puede llevar a la mujer a vivir sus mejores experiencias, en coherencia entre su pensar, sentir y hacer, y proporcionarle sabiduría, placer y belleza. No le des la espalda y ¡aprovéchalo!

¡Cuidate y disfruta, Mujer!

¡Honra tu cuerpo y la gran sabiduría que lo habita!

¡Es tiempo de celebrar!